Arrogancia.
Hacia finales del Siglo XVIII, Jane
Austen escribía sobre el estado de la sociedad inglesa de su época,
de la posición de la mujer y de como funcionaba el sistema. Décadas
más tardes, Charles Dickens escribía a su vez con una aguda critica
social a lo que estaba ocurriendo en la Inglaterra de la revolución
industrial, los abismos de desigualdad social que se daban y las poco
éticas leyes de pobres, según las cuáles la pobreza era algo
natural. Si, a veces cuesta creerlo, pero se pensaba que la pobreza
era un estado natural y que, de una forma u otra, los hijos de los
pobres estaban destinados a ser pobres. Un ciclo de lo más amargo.