Arrogancia.
Hacia finales del Siglo XVIII, Jane
Austen escribía sobre el estado de la sociedad inglesa de su época,
de la posición de la mujer y de como funcionaba el sistema. Décadas
más tardes, Charles Dickens escribía a su vez con una aguda critica
social a lo que estaba ocurriendo en la Inglaterra de la revolución
industrial, los abismos de desigualdad social que se daban y las poco
éticas leyes de pobres, según las cuáles la pobreza era algo
natural. Si, a veces cuesta creerlo, pero se pensaba que la pobreza
era un estado natural y que, de una forma u otra, los hijos de los
pobres estaban destinados a ser pobres. Un ciclo de lo más amargo.
Si hacemos un salto temporal algo más
grande, me gusta señalar por ejemplo a Albert Einstein, que en el
Siglo XX y tras ver lo que habían hecho con la teoría del átomo,
tuvo miedo de lo que iba a ocurrir con la humanidad. Tras la
reconstrucción del mundo después de las Guerras Mundiales, que
conviene decir que cambiaron totalmente el paradigma que había
anteriormente y el modo de entender el mundo, se hizo especial
hincapié en la economía, incluso más que en los años que
precedieron al crack de la bolsa de Nueva York. Con este especial
hincapié, vemos que hoy se valoran las economías por su PIB y su
renta per capita, conceptos que se atribuyen al economista Simon
Kuznets, el cuál advirtió que estos indicadores no debían servir
para medir el desarrollo de un país de forma real. Lástima para el
pobre Kuznets que, hoy en día, se mide el desarrollo por el PIB y la
renta per capita de un país.
Solo he querido ilustrar tres ejemplos
de grandes literarios o científicos que, viendo el mundo que les
tocó vivir, se sorprendieron y sintieron verdadera lástima por lo
que ocurría. Cabe decir que no se quedaron de brazos cruzados, pues
como personas de principios, llevaron sus ideales siempre hasta donde
pudieron, peleando contra cosas como las desigualdades sociales o los
abusos de la ciencia en favor de la guerra.
Hoy, en pleno Siglo XXI, yo, una
persona de lo más normal, estudiante, vago en ocasiones, modelista,
lector ávido, intransigente en ciertas cosas, me levanto por la
mañana y bajo a tomar un café solo bien ardiente en el bar de
abajo. Me siento en mi banquito junto a la barra, saludo con una
sonrisa al camarero, este ya me está sirviendo el café como es
costumbre. Coloco mi Iphone 5 sobre la barra y con un leve toque de
mi dedo abro twitter, esa red social tan de moda ahora y en la que
sigo a tantos medios de prensa tanto nacionales como internacionales
que he perdido la cuenta. Y tranquilamente, me pongo a leer mientras
disfruto de mi café.
Como es costumbre, me indigno primero
ante las noticias de política, soy un español auténtico y es
menester que lo haga. Pactos, traiciones a ideologías, populismo,
corrupción e insultos hacia la ciudadanía. Que triste es, si lo
pensamos todos un rato, que sea nuestro pan de cada día esto. Y
aunque podría hablar durante páginas y páginas de texto de mi
opinión sobre esto, no es de lo que quiero hablar aquí ni para lo
que he expuesto estos ejemplos.
Continua mi búsqueda de noticias y
empiezo a encontrar algo más. Gente pasa hambre en mi país, hay
gente sin casa en mi país, niños con problemas y enfermedades que
no son atentidos de forma adecuada. Pero, por alguna razón que no
alcanzo a entender, tengo que bucear para encontrar las noticias de
problemas que están provocando que miles de personas que viven en el
mismo territorio que yo sufran así. No hablemos ya de personas que
han llegado a morir porque se les han negado ayudas, tampoco en eso,
me temo, quiero centrarme.
Mi buceo de noticias continúa y es
entonces cuando llego a la cuestión. Todos los días hay noticias de
la guerra en Siria, todos los días hay noticias. Todos los días
mueren muchas personas allí, personas con nombres y apellidos, con
familias, con una madre que les llorará, una novia que les echará
de menos o unos hijos que crecerán huérfanos. Este es un argumento
que muchos podrían calificar de demagógico y que solo ataca a la
sensibilidad, pero, oigan ¿No es dolorosamente cierta esta
afirmación sobre esas personas? La cuestión es que eso no ocurre
solo en Siria. Disculpadme que lo diga así de crudo, pero bueno, hoy
Siria es la moda. ¿En cuántos países de, por ejemplo, África,
mueren cientos de personas a diario por guerras civiles y matanzas
étnicas? ¿Sabéis que ciertas regiones de la India llevan en guerra
continua más de cuarenta años de forma ininterrumpida y mueren
decenas de personas a diario? Curiosamente, que pocas noticias hay de
eso. Cabe preguntarse ¿Se nos han hecho sus muertes y su sufrimiento
el pan de cada día? Cabe responder que, lamentablemente, si.
Bueno, muchas de estas cosas
mencionadas anteriormente ocurren porque el ser humano es, como dice
una muy buena amiga y mentora mía, arrogante. Tan arrogante que hace
cien años creó países donde no los había, junto poblaciones que
se odiaban a muerte, explotó los recursos y luego, simplemente, se
marchó. No sin antes dejar en manos de tribus que peleaban con
lanzas y escudos, lanzagranadas, fusiles, ametralladoras, pistolas,
bombas y un largo etcétera. Luego simplemente era cuestión de dejar
que se matasen. Son países en vías de desarrollo, países que se
hunden en la extrema pobreza, los cuales aparecen para llenar la boca
de los estadistas demagogos pero nunca aparecen en los planes de
desarrollo, de ayudas. Muchos de ellos solo cuentan con personas que,
con un sentido de la solidaridad que a todos debería abrumarnos y
hacernos llorar, por lo menos, viajan a esos países poniendo en
peligro sus vidas de “primer mundistas” para salvar a esas
personas “tercer mundistas”. Hay gente que dedica su vida entera
a buscar soluciones para acabar con los conflictos armados entre
etnias cuyo nivel de analfabetismo les lleva a guerras de puro odio
de las cuáles ni ellos comprenden ya el origen.
Puede que para los que hayáis llegado
hasta aquí, os este siendo difícil seguir el hilo de esta
pretensión de reflexión. No os culpo, no todas las mentes son
ordenadas, la mía quizá la que menos cuando se llena hasta arriba
de ideas. Pero es aquí, a estas personas, donde quería llegar,
porque para mi representan lo que el “primer mundo” ha olvidado.
Personas que representan la fe en los derechos humanos, en la
tolerancia, en la dignidad y más importante, en la solidaridad con
otros pueblos. ¿Por qué los estados no hacen lo que deben? Bueno,
si entendemos lo que deben como ayudar a los países que en el pasado
se explotaron a desarrollarse, podríamos hablar, entre muchas cosas,
de porque no es un negocio rentable. Pues, al final, en un mundo
donde el desarrollo humano se mide por el dinero, por el PIB en este
caso como ya dijimos ¿Qué importancia tiene el valor de la
humanidad y la vida? Porque para las personas que elaboran esos
informes, para las personas que creen en el mundo solo con una
explicación económica, la vida humana es medible, al igual que su
dignidad y libertad. Y para ellos, esas personas, “miden” muy
poco o nada.
No se puede cambiar el mundo en dos
días. No se puede cambiar leyendo noticias e indignándose. No se
podrá cambiar sin que algunas culturas se destruyan por el camino.
No se puede lograr una igualdad para todo el mundo. Pero siempre se
puede pelear por algo mejor. Porque, esas personas que hoy viven en
el umbral de la extrema pobreza, no llegarán a sentarse en el
banquito junto a la barra, no mirarán las noticias del mundo desde
su Iphone 5 mientras disfrutan de un delicioso café amargo, fuerte y
lleno de sabor. Pero si pueden llegar a aprender a leer, a construir
un país con un futuro, si pueden comer cada día y beber agua
potable, si pueden tener acceso a medicamentos sin que ello les
arruine, tendrán las bases para quizá, un día, hacer que su mundo
sea más parecido al nuestro. No como modelo ideal, pero al menos,
como modelo de libertad y de necesidades básicas cubiertas.
Todo esto no está escrito para
contaros a ninguno de vosotros algo que no supieseis, todos sabemos
de que he hablado, entendiéndolo o no. No vengo a deciros lo que
tenéis que hacer y desde luego no vengo a ponerme de persona
solidaria porque, ante todo, disfruto de lujos que ni siquiera miles
de personas de mi mismo país disfrutan. Pero si que vengo con esto a
pediros que al igual que yo, os detengáis a pensar y reflexionar en
esto. Vengo a pediros que se os caiga una lágrima, que se os
revuelva el estómago, que se os ponga mal cuerpo al pensar en todo
lo que hay en el mundo. Porque a veces tenemos que sentir nauseas de
lo que está ocurriendo, porque lo siento mucho, pero estamos
obligados. Y puede que tilden la idea de ayudar a otro países de,
como de costumbre, utópica o el término mal usado de idealista,
pero a lo mejor es nuestro propio autoconvencimiento de que el mundo
debe funcionar de una manera lo que nos impide realmente pensar en
las cosas realizables. Y aquí quiero citar una frase de mi mejor
amiga, que me mostró una vez contándome una historia y que aun
estoy pendiente de demostrar su validez. Pero, como lema, me encanta
de una manera inexplicable:
“Y como no sabía que era
imposible, lo hizo.”
Gracias por leerme.
Increíble que todavia queden personas que sepan mirar a su alrededor y tener reflexiones de este calibre
ResponderEliminarUna gran reflexión que nos invita a detenernos y mirar en derredor. Como dijo Marie Curie: "No puedes esperar construir un mundo mejor sin mejorar a las personas", quizás sea una reflexión que se pierda en la inmensidad de internet, pero invito a todos los que te leemos asiduamente que lo enseñemos a nuestros amigos. Quien sabe, quizás entre todos podamos cambiar las cosas y no solo con palabras. Gracias por escribir y compartir tus reflexiones!!
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