Memorias en el Hielo
VII
“La traicionaste...”
-Es aquí, Tirias. El viejo cuartel de
la guardia.-
Nos había llevado un buen rato
encontrar el lugar, situado en el casco antiguo de la ciudad. No
tenía ningún recuerdo de Ventormenta pero me resultó curioso ver a
tanta gente junta moviéndose sin parar, gritando sus productos para
venderlos o simplemente paseando. Algunas personas me dirigían
miradas escépticas o de reojo pero no se paraban a hablarme o
increparme, al menos entre tanto bullicio tuve algo de paz.
-Será mejor que me coloque el yelmo,
es posible que si alguien me reconoce no quieran acceder a darnos
información.-
-Me parece bien.-
Hice lo que dije y después entramos al
edificio. Seguí a Talismán ignorando los susurros y comentarios que
algunos de los soldados me dirigían y subimos las escaleras hacia la
segunda planta, donde ella se acercó al que parecía un oficial y
comenzó a hacerle algunas preguntas. Comenzó hablando de los
hombres que fueron a Rasganorte, mi destacamento. Mis compañeros de
armas, mis amigos...
“Acaricio la cabeza de Certero y
este la ladea para facilitarme el trabajo. Me mira fijamente, o eso
creo, y tengo la sensación de que es una mirada realmente
inteligente para un animal. Pero pese al cariño que me profesa mi
fiel halcón sigo igual de triste, de hundido. Hace ya meses que no
le veo color a la vida y he tomado decisiones que solo parecen haber
empeorado mi relación con Yaribel.
-Lo que vas a hacer es una locura
¿Lo sabes, no?-
Giro la cabeza y sentado a mi lado
sigue mi amigo Culebra. Me mira fijamente y veo la preocupación
sincera en sus ojos.
-Lo sé.-
-Entonces ¿Por qué lo haces?-
-Porque locura o no, Culebra, es lo
correcto. Hasta tu te tienes que dar cuenta.-
-No sé Tirias, no es que dude de
tus intenciones, pero es que viajar al norte es peligroso. La mayoría
de los que vayan no van a regresar vivos y tu lo sabes
perfectamente.-
-Entonces ¿Por qué me acompañas?-
-No seas idiota ¿Qué vas a hacer
tu sin mi? Alguien tiene que cuidar de ti y procurar que vuelvas a
casa sano y salvo. Además, eres mi amigo y es mi deber estar a tu
lado dado que no sabes usar la sesera.-
El comentario de Culebra me hace
reír y me doy cuenta de que el ríe a su vez, después de tantos
años de amistad nos conocemos bien y sabemos como animarnos el uno
al otro en los peores momentos. De pronto me siento más seguro de mi
decisión si el está a mi lado.
-Aunque contase con los mejores
guerreros del Reino, Culebra, o el mismísimo Tirion Fordring,
seguiría prefiriendo tu compañía y tu espada junto a la mía. Eres
un buen amigo.-
-Desde luego soy mejor amigo que
tu.-
-Aunque eres un poco capullo a
veces.-
Me golpea el hombro cariñosamente y
luego me da una palmada en la espalda mientras se pone en pie
sacudiéndose la hierba de los pantalones. Alzo la cabeza mirándole.
-Será mejor que vaya a preparar mis
cosas para cuando partamos. Voy a necesitar las mejores armas que
pueda conseguir, seguro que los del ejército me dan una espada roma
a lo sumo.-
-Culebra.-
-¿Si?-
-Regresaremos a casa. No es una
despedida, es un hasta luego del hogar. Volveremos victoriosos y como
héroes, brindarán a nuestra salud y haremos justicia por los miles
que murieron.-
-Ya lo creo que lo haremos. Además
cuentan con nosotros dos en sus filas, así que los que estén a
nuestro lado volverán a casa cantando canciones sobre mi valentía.-
-¿Y sobre la mía no?-
-Lo tuyo no es valor, es falta de
sentido común idiota.-
Ambos reímos a la vez de nuevo y
entonces alzo el brazo para dejar que Certero alce el vuelo mientras
nos quedamos mirando como se pierde entre las copas de los árboles.
-Gracias, Culebra. No podría hacer
esto sin ti.-
-De nada, viejo amigo. Ojalá las
cosas con Yaribel se arreglen.-
Ojalá, es lo que pienso, Culebra
tenga razón. Espero que algún día ella entienda el por qué hago
esto.”
-....Toro murió, si. Pero su hijo
sigue vivo y regenta una peletería cerca del barrio de la Catedral.-
La voz del capitán me despertó de mi
recuerdo al mencionar al hijo de Toro. Me di cuenta de que quizá el
podía haberle contado algo a su hijo acerca de quien pudo ser mi
asesino.
-¿Y qué hay de Culebra? ¿Tienen algo
de ese soldado?-
-Hmmm... Lo lamento señorita, pero no
hay nada. Busqué en cuánto recibí su carta, pero creo que está
desaparecido o muerto, no puedo asegurarlo.-
-Gracias de todas formas, Capitán. Ha
sido usted de mucha ayuda.-
-Ha sido un placer, espero que
encuentren a quien están buscando.-
-Yo también lo espero, Capitán, tenga
una buen día.-
Mientras Talismán se despedía con un
gesto de la mano yo incliné la cabeza para hacer lo mismo y después
la seguí mientras salíamos del cuartel. En la misma puerta ella se
estiró y tomo aire.
-Bueno, Tirias, parece que al fin
tenemos una pista sólida para seguir. Habría sido mejor tener al
propio Toro pero puede que su hijo sepa algo.-
-Eso mismo he pensando yo. ¿Vamos a
verle?-
-Aún no, está anocheciendo y ya habrá
cerrado. Además necesito descansar un poco después de todo el día
caminando. ¿Te importa si vamos a esa posada que hay a las afueras
de la ciudad? No me gustan las que hay dentro.-
-No tengo inconveniente, Talismán.
Vamos.-
Volvimos a caminar de nuevo con
habilidad entre el bullicio de gente que había en cada calle y cada
puente de los canales. Finalmente logramos salir de la ciudad y
fuimos a la primera posada que había siguiendo el camino principal.
Talismán estaba silenciosa y a juzgar por su rostro de concentración
también pensativa. Para mi era un momento tenso, de nervios, ante la
posibilidad de encontrar respuestas en el hijo de Toro que me
ayudasen a colocar todas las piezas del puzzle en su sitio, o al
menos las necesarias.
Cuando llegamos al lugar la hechicera
alquiló una habitación en el piso superior, parecida a aquella
primera donde estuvimos en Villa Oscura pero algo más pequeña.
Subimos y nos acomodamos, ella se soltó el cabello y me miró
mientras yo me retiraba algunas placas de la armadura y dejaba la
espada sobre la mesa.
-Tirias...-
-¿Si?-
-Trata esta noche de meditar y recordar
algo, cualquier cosa que puedas rememorar nos podría venir bien
ahora, antes de ir a ver al hijo de Toro.-
-Lo intentaré, pero las últimas
noches los recuerdos han sido muy dispares y no a todo le he
encontrado el sentido.-
-Tu simplemente sigue intentándolo, no
siempre recordarás lo que quieres, pero con que poco a poco las
memorias vayan volviendo es suficiente.-
-Está bien. Tu trata de descansar.-
-Si, han sido unos días muy largos y
me vendrá bien dormir. Te veré al amanecer, Tirias.-
-Hasta mañana, Talismán.-
Ella sonrió durante un breve instante,
clavando en mi como siempre esos ojos castaños con el leve tono
rojizo que los hacían tan exóticos y misteriosos a la vez. Luego
entró en la habitación doble y cerró la puerta. Yo aparté una
silla y me senté en ella recostándome, cerrando los ojos al tiempo
que trataba de indagar en mi propia mente...
“Sentí sus labios en los míos
cuando nos fundimos en un inesperado beso. No se como he llegado a
esto, pero se que lo he buscado. Mis manos se deslizan suavemente por
su cuerpo desnudo y siento su piel cálida y suave pese al frío que
hace aquí en el exterior. Quiero alejarme para poder observarla pero
ella tira de mi y sigue besándome, sus manos buscando liberarme de
mis ropajes.
-Hmmm...-
Estamos tumbados sobre la nieve pero
con su cuerpo tan cerca del mío y la sensación de peligro ni
siquiera siento el suelo gélido entorno a mi, ni siquiera cuando
ella me libera de mi jubón y el resto de mi ropa. Entonces logro
alejarme un poco de ella y la miro fijamente.
-Azogue...-
Sus cabellos negros contrastan con
el blanco de la nieve bajo ella, se ha deshecho del traje de cultor
pero sus lágrimas han hecho que el maquillaje negro de sus ojos se
extienda por su rostro dándole un aspecto hermosamente triste. Su
piel me parece brillante y su cuerpo hipnotizante. Ella sonríe un
instante mientras me acaricia el rostro y sus labios se mueven
diciendo algo que no alcanzo a escuchar.
Todo sentimiento de culpabilidad o
de error se esfuma de mi interior cuando vuelvo a besarla y el fuego
arde entre nosotros dos. Lo que estamos haciendo y donde lo estamos
haciendo es sencillamente una locura pero ya no me importa. La deseo
en ese momento y todo lo demás me da igual. Hacemos el amor toda la
noche, olvidándome de la plaga, de la guerra, de los soldados, de mi
hogar, de Yaribel y de la muerte. Para mi en este instante solo
existe ella.
Solo está Azogue.”
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