“Para ti”
Memorias en el Hielo
VI
“¿Quién fue el?”
Acaricié la superficie de la roca
donde los nombres estaban tallados, el monumento en el lago del Hito
al que Talismán me había llevado. En el estaban los nombres de
muchos de los héroes que murieron defendiendo el Reino durante la
primera guerra que lo sacudió. Giré la mirada para seguir la mano
de mi acompañante, que también recorría los nombres mientras sus
misteriosos ojos escrutaban cada palabra.
-Tirias, aquí. Ven.-
Me acerqué y seguí la dirección de
sus dedos hasta ver el apellido “Hemfall”, ni siquiera me paré a
mirar el nombre.
-¿Es en honor de mi Padre?-
-No, es en honor de tu abuelo. Mucho
antes de que vosotros vinieseis al sur el combatió por este reino y
pereció como un héroe en la batalla. Fue entonces cuando tu padre
se convirtió en el señor de los Hemfall.-
-Supongo que nuestra historia está más
ligada a Ventormenta de lo que cabría pensar.-
Pensé que era curioso que Talismán
supiese tanto sobre mi familia, pero entonces caí en la cuenta de
que alguien debía de haberle informado de todo para que pudiese
ayudarme a recordar. Solo podía haber sido Yaribel, no contemplaba
otra posibilidad. Y ese pensamiento me llevó a otro que me sacudió
por dentro: ¿Podría ella amarme aún a pesar de comprender que ya no era el mismo hombre? Que estúpido, ahora era un alzado.
Disfrutamos de un rato de silencio
mientras nos poníamos de nuevo en marcha en dirección a la ciudad.
Talismán parecía absorta también en sus pensamientos y no quise
molestarla. Mientras, yo mismo trataba de poner en orden mis
pensamientos tras tantas revelaciones en los últimos días y además
me centraba en aplacar mi ira y el dolor del vacío que sentía en mi
interior. Debía ocupar la mente en otras cosas.
-Talismán.-
Rompí el silencio tras al menos dos
horas de viaje. Ella pareció salir de su propia mente y me miró,
haciendo que de nuevo sus ojos castaños y ese leve tono rojizo
despertasen mi curiosidad y mi temor a la vez.
-Dime, Tirias.-
-Estos días, con todos los recuerdos
que se han ido agolpando en mi mente, he estado pensando acerca de
quién fui. Y también de quién soy. Me he dado cuenta de que no soy
el Tirias que fui una vez, el que vivió y fue tan querido por otros
por su forma de ser. Siento que lo que queda de el son solo retazos
de su alma cosidos de forma inconexa en mi interior.-
-Eres más que eso, Tirias. Puede que
no estés vivo pero tampoco estás muerto. Aun eres tu mismo aunque
no lo recuerdes todo.-
-Me cuesta creer eso cuando ni siquiera
se si podré volver a sentir como sentí antaño. Y aunque pueda,
quizá esos sentimientos se acaban orientando igual que lo están
haciendo ahora. Hacia sentimientos de odio y de rabia, mezclándose y
dando paso a una sed de venganza que comienza a atraparme.-
-Tu mismo debes combatir eso, Tirias.
Hace poco que has despertado y aun no sabemos cual es tu potencial ni
hasta donde puedes o no sentir. No te dejes llevar por pensamientos
tan negativos tan pronto, recuerda lo que te he dicho. El hombre que
fuiste aun está en ti.-
-Me gustaría creerte, Talismán.-
Ella se limitó a asentir y yo suspiré
mientras el silencio volvía a cernirse sobre ambos mientras
continuábamos el camino. ¿Tenía razón Talismán? ¿Soy Tirias o
soy alguien diferente? He comenzado a esbozar una imagen de quién
fui en vida, pero pensar en volver a ser eso me hace sentir que sería
solo imitar a una persona que veo en un recuerdo pues nunca me
llegaría a sentir de verdad como el. Me gustaría reconstruir los
pedazos de mi alma para volver a descubrirme.
“Rio divertido y me palmean la
espalda. Mi cuerpo acoge con gusto la calidez que emana del fuego de
la chimenea de la taberna y la cerveza tibia y fuerte que bebo. Mis
compañeros de armas me miran con una sonrisa en los labios y yo se
la devuelvo para después girarme a observar a mi rival, cuyos ojos
verdes están clavados en mis manos y mis cartas.
-Vamos Tirias, ellos no se dan cuenta,
pero tus ojos me revelan la verdad.-
Es un susurro de Culebra en mi oído,
me conoce demasiado y le escucho reírse en voz baja. Como si
aceptase su petición me humedezco los labios y muestro mi jugada
justo después de que mi contrincante muestre la suya. Los ojos de
este casi se salen de sus cuencas al ver mis números y mis hombres
estallan en un grito de júbilo arengados por mi viejo amigo.
-Serás...-
Parece enfadado, pero le comprendo,
después de todo ha perdido una buena cantidad.
-Una apuesta es una apuesta,
compañero.-
-¡Bah! Toma el dinero y déjame
tranquilo.-
Me lanza una bolsa de cuero con monedas
y me vuelvo hacia mis muchachos, cuyos ojos brillan mezcla del
alcohol y la alegría del momento.
-¡La siguiente ronda corre de mi
cuenta muchachos!-
Todos estallan en gritos de júbilo, me
palmean la espalda o me abrazan. Miro hacia la mesa más lejana y veo
al teniente Div mirarme severo, pero luego esboza una sonrisa
divertida negando para si y volviendo a su bebida silencioso. Junto a
el me observa Hojasombra, el misterioso agente enviado desde
Ventormenta.
-¡Eh Tirias! ¡Vamos a por la
siguiente!-
-¡Uoh! Muchachos, voy a salir a tomar
un poco el aire y luego vuelvo ¿Vale?-
Me increpan en broma y me llaman hijo
de ogra, pero se que no podrían estar más felices. Salgo de la
taberna de la guarnición e inspiro hondo el aire fresco del norte.
Por primera vez no me huele a muerte, o quizá simplemente me he
acabado acostumbrando.
-Brrr... Que frío.-
Cuando voy a disponerme a volver a
entrar es cuando la veo. A unos metros de mi está sentada sobre una
caja de madera, con las piernas cruzadas y mirado al cielo. Lleva una
armadura de cuero negra y sus cabellos negros como ala de cuervo
sueltos en una melena que le da un toque rebelde y misterioso a la
vez. Entonces su rostro se gira y sus ojos se encuentran con los
míos.
-Azogue...-
Es así como la llaman y lo sé. Por un
segundo creo ver que ella sonríe, pero entonces simplemente deja de
mirarme y vuelve la vista al cielo. Yo suspiro y regreso a la
taberna, pero su mirada se queda grabada en mi pensamiento.”
-Tirias, estamos llegando.-
Talismán me miraba con una ceja
arqueada, interrogante. Le hice un gesto para que le restase
importancia a mi ensoñación y volví la vista al camino. Frente a
nosotros se alzaban las enormes puertas de Ventormenta, más altas
que los propios árboles del bosque y coronadas con los estandartes
del león de los Wrynn. Nos detuvimos a varios metros de la puerta.
-¿Recuerdas esta ciudad, Tirias?-
-La verdad es que no, pero es bastante
impresionante. Supongo que en su día debí de cruzar estas puertas
en numerosas ocasiones.-
Me acomodé en la silla y la miré
fijamente en ese instante.
-Yaribel aun vive en Ventormenta
¿Verdad?-
La tranquilidad con la que Talismán se
tomó aquella pregunta me hizo pensar que estaba esperando a que
llegase el momento en que yo la hiciese. Y esta vez parecía que
estaba preparado para obtener mi respuesta.
-Si y no.-
-Explícate, creo que ya estoy
preparado para saber la respuesta.-
Ella asintió devolviéndome la mirada
con intensidad.
-Yaribel viaja de forma esporádica
entre tu antigua hacienda y Ventormenta, visitando en varias
ocasiones la corte real. Suele pasar algunos días aquí y luego
regresa a la que fue tu casa.-
-¿Ella está ahora en la ciudad?-
-No lo sé.-
-¿Podría ir a verla?-
-En eso creo que aun sigues sin estar
preparado, Tirias. Eventualmente tendrás que hacerlo si queremos
dejar resueltos los asuntos que dejaste en vida, pero ahora mismo no
sería la mejor de las ideas. Tampoco creo que ella esté preparada
para verte a ti.-
-Es... comprensible.-
Suspiré mientras pensaba en Yaribel,
pero después decidí despejar mi mente de su recuerdo para poder
concentrarme. Miré a mi alrededor y por alguna razón mis ojos se
posaron en un árbol que había junto al camino y ya no pude apartar
los ojos de este...
“Hay mucha gente en movimiento por el
camino. Muchos huyen del Bosque en dirección a la ciudad para buscar
refugio y yo estoy en la zona para ayudar en lo que pueda. Ayudo a
levantar a los que caen en su carrera, a calmar a los caballos que
tiran de los carromatos o a cargar personas en estos.
-¡Tirias! Hay que echar una mano
aquí.-
-¡Voy!-
Cuando he acabado de cargar otros de
los carros, de pronto, me percato de una presencia que no había
visto antes. Junto a un árbol hay una mujer joven, probablemente de
mi edad. Tiene los cabellos rojizos y unos ojos castaños. La gente
pasa a su alrededor como si ella no existiese, y su mirada es triste
pero firme. Parece estar bastante delgada.
-¡Tirias!-
Hago caso omiso del grito de mi amigo
mientras la miro, y entonces sus ojos castaños se cruzan con los
míos.
-¡Tirias vamos!-
Tiran de mi hombro y entonces me giro
para seguir echando una mano a los refugiados.”
Miré a Talismán acto seguido, cuando
desperté de nuevo de mi recuerdo.
-Tu estabas allí. Junto al árbol.-
Arqueó una ceja con cierto deje de
ironía.
-¿Cómo sabes eso?-
-Lo he recordado. ¿Qué ocurrió?
Parecías estar sola, y triste.-
-Estaba sola de hecho, pero me las
apañé para sobrevivir a aquello trepando al árbol y quedándome
allí cuando las criaturas de la plaga aparecieron.-
-Eso es... sorprendente.-
-¿Tu crees?-
-Si. Entonces fue ahí cuando nos vimos
por primera vez, realmente te conocí en vida.-
-Tirias, en ese momento ni siquiera te
vi. Me sorprende que recuerdes eso porque no sabía siquiera que me
habías visto. Tampoco es nada realmente importante.-
-Si tu lo dices.-
Ella asintió y espoleó a Opar para
volver a ponerse en marcha.
-Vamos, hay mucho que hacer e
información que recabar en la ciudad. Quizá su bullicio te ayude a
recordar algo de las veces que estuviste aquí.-
Palmee a mi caballo para que se pusiese
en marcha tras Opar. Mientras más cosas averiguaba de Talismán, más
misteriosa me parecía. Pero quizá era normal, las hechiceras
siempre tendían a ser figuras enigmáticas ¿No?
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