martes, 6 de octubre de 2015

Memorias en el Hielo VI

Para ti”


Memorias en el Hielo

VI



“¿Quién fue el?”




Acaricié la superficie de la roca donde los nombres estaban tallados, el monumento en el lago del Hito al que Talismán me había llevado. En el estaban los nombres de muchos de los héroes que murieron defendiendo el Reino durante la primera guerra que lo sacudió. Giré la mirada para seguir la mano de mi acompañante, que también recorría los nombres mientras sus misteriosos ojos escrutaban cada palabra.

-Tirias, aquí. Ven.-

Me acerqué y seguí la dirección de sus dedos hasta ver el apellido “Hemfall”, ni siquiera me paré a mirar el nombre.

-¿Es en honor de mi Padre?-

-No, es en honor de tu abuelo. Mucho antes de que vosotros vinieseis al sur el combatió por este reino y pereció como un héroe en la batalla. Fue entonces cuando tu padre se convirtió en el señor de los Hemfall.-

-Supongo que nuestra historia está más ligada a Ventormenta de lo que cabría pensar.-

Pensé que era curioso que Talismán supiese tanto sobre mi familia, pero entonces caí en la cuenta de que alguien debía de haberle informado de todo para que pudiese ayudarme a recordar. Solo podía haber sido Yaribel, no contemplaba otra posibilidad. Y ese pensamiento me llevó a otro que me sacudió por dentro: ¿Podría ella amarme aún a pesar de comprender que ya no era el mismo hombre? Que estúpido, ahora era un alzado.

Disfrutamos de un rato de silencio mientras nos poníamos de nuevo en marcha en dirección a la ciudad. Talismán parecía absorta también en sus pensamientos y no quise molestarla. Mientras, yo mismo trataba de poner en orden mis pensamientos tras tantas revelaciones en los últimos días y además me centraba en aplacar mi ira y el dolor del vacío que sentía en mi interior. Debía ocupar la mente en otras cosas.

-Talismán.-

Rompí el silencio tras al menos dos horas de viaje. Ella pareció salir de su propia mente y me miró, haciendo que de nuevo sus ojos castaños y ese leve tono rojizo despertasen mi curiosidad y mi temor a la vez.

-Dime, Tirias.-

-Estos días, con todos los recuerdos que se han ido agolpando en mi mente, he estado pensando acerca de quién fui. Y también de quién soy. Me he dado cuenta de que no soy el Tirias que fui una vez, el que vivió y fue tan querido por otros por su forma de ser. Siento que lo que queda de el son solo retazos de su alma cosidos de forma inconexa en mi interior.-

-Eres más que eso, Tirias. Puede que no estés vivo pero tampoco estás muerto. Aun eres tu mismo aunque no lo recuerdes todo.-

-Me cuesta creer eso cuando ni siquiera se si podré volver a sentir como sentí antaño. Y aunque pueda, quizá esos sentimientos se acaban orientando igual que lo están haciendo ahora. Hacia sentimientos de odio y de rabia, mezclándose y dando paso a una sed de venganza que comienza a atraparme.-

-Tu mismo debes combatir eso, Tirias. Hace poco que has despertado y aun no sabemos cual es tu potencial ni hasta donde puedes o no sentir. No te dejes llevar por pensamientos tan negativos tan pronto, recuerda lo que te he dicho. El hombre que fuiste aun está en ti.-

-Me gustaría creerte, Talismán.-

Ella se limitó a asentir y yo suspiré mientras el silencio volvía a cernirse sobre ambos mientras continuábamos el camino. ¿Tenía razón Talismán? ¿Soy Tirias o soy alguien diferente? He comenzado a esbozar una imagen de quién fui en vida, pero pensar en volver a ser eso me hace sentir que sería solo imitar a una persona que veo en un recuerdo pues nunca me llegaría a sentir de verdad como el. Me gustaría reconstruir los pedazos de mi alma para volver a descubrirme.

“Rio divertido y me palmean la espalda. Mi cuerpo acoge con gusto la calidez que emana del fuego de la chimenea de la taberna y la cerveza tibia y fuerte que bebo. Mis compañeros de armas me miran con una sonrisa en los labios y yo se la devuelvo para después girarme a observar a mi rival, cuyos ojos verdes están clavados en mis manos y mis cartas.

-Vamos Tirias, ellos no se dan cuenta, pero tus ojos me revelan la verdad.-

Es un susurro de Culebra en mi oído, me conoce demasiado y le escucho reírse en voz baja. Como si aceptase su petición me humedezco los labios y muestro mi jugada justo después de que mi contrincante muestre la suya. Los ojos de este casi se salen de sus cuencas al ver mis números y mis hombres estallan en un grito de júbilo arengados por mi viejo amigo.

-Serás...-

Parece enfadado, pero le comprendo, después de todo ha perdido una buena cantidad.

-Una apuesta es una apuesta, compañero.-

-¡Bah! Toma el dinero y déjame tranquilo.-

Me lanza una bolsa de cuero con monedas y me vuelvo hacia mis muchachos, cuyos ojos brillan mezcla del alcohol y la alegría del momento.

-¡La siguiente ronda corre de mi cuenta muchachos!-

Todos estallan en gritos de júbilo, me palmean la espalda o me abrazan. Miro hacia la mesa más lejana y veo al teniente Div mirarme severo, pero luego esboza una sonrisa divertida negando para si y volviendo a su bebida silencioso. Junto a el me observa Hojasombra, el misterioso agente enviado desde Ventormenta.

-¡Eh Tirias! ¡Vamos a por la siguiente!-

-¡Uoh! Muchachos, voy a salir a tomar un poco el aire y luego vuelvo ¿Vale?-

Me increpan en broma y me llaman hijo de ogra, pero se que no podrían estar más felices. Salgo de la taberna de la guarnición e inspiro hondo el aire fresco del norte. Por primera vez no me huele a muerte, o quizá simplemente me he acabado acostumbrando.

-Brrr... Que frío.-

Cuando voy a disponerme a volver a entrar es cuando la veo. A unos metros de mi está sentada sobre una caja de madera, con las piernas cruzadas y mirado al cielo. Lleva una armadura de cuero negra y sus cabellos negros como ala de cuervo sueltos en una melena que le da un toque rebelde y misterioso a la vez. Entonces su rostro se gira y sus ojos se encuentran con los míos.

-Azogue...-

Es así como la llaman y lo sé. Por un segundo creo ver que ella sonríe, pero entonces simplemente deja de mirarme y vuelve la vista al cielo. Yo suspiro y regreso a la taberna, pero su mirada se queda grabada en mi pensamiento.”


-Tirias, estamos llegando.-

Talismán me miraba con una ceja arqueada, interrogante. Le hice un gesto para que le restase importancia a mi ensoñación y volví la vista al camino. Frente a nosotros se alzaban las enormes puertas de Ventormenta, más altas que los propios árboles del bosque y coronadas con los estandartes del león de los Wrynn. Nos detuvimos a varios metros de la puerta.

-¿Recuerdas esta ciudad, Tirias?-

-La verdad es que no, pero es bastante impresionante. Supongo que en su día debí de cruzar estas puertas en numerosas ocasiones.-

Me acomodé en la silla y la miré fijamente en ese instante.

-Yaribel aun vive en Ventormenta ¿Verdad?-

La tranquilidad con la que Talismán se tomó aquella pregunta me hizo pensar que estaba esperando a que llegase el momento en que yo la hiciese. Y esta vez parecía que estaba preparado para obtener mi respuesta.

-Si y no.-

-Explícate, creo que ya estoy preparado para saber la respuesta.-

Ella asintió devolviéndome la mirada con intensidad.

-Yaribel viaja de forma esporádica entre tu antigua hacienda y Ventormenta, visitando en varias ocasiones la corte real. Suele pasar algunos días aquí y luego regresa a la que fue tu casa.-

-¿Ella está ahora en la ciudad?-

-No lo sé.-

-¿Podría ir a verla?-

-En eso creo que aun sigues sin estar preparado, Tirias. Eventualmente tendrás que hacerlo si queremos dejar resueltos los asuntos que dejaste en vida, pero ahora mismo no sería la mejor de las ideas. Tampoco creo que ella esté preparada para verte a ti.-

-Es... comprensible.-

Suspiré mientras pensaba en Yaribel, pero después decidí despejar mi mente de su recuerdo para poder concentrarme. Miré a mi alrededor y por alguna razón mis ojos se posaron en un árbol que había junto al camino y ya no pude apartar los ojos de este...

“Hay mucha gente en movimiento por el camino. Muchos huyen del Bosque en dirección a la ciudad para buscar refugio y yo estoy en la zona para ayudar en lo que pueda. Ayudo a levantar a los que caen en su carrera, a calmar a los caballos que tiran de los carromatos o a cargar personas en estos.

-¡Tirias! Hay que echar una mano aquí.-

-¡Voy!-

Cuando he acabado de cargar otros de los carros, de pronto, me percato de una presencia que no había visto antes. Junto a un árbol hay una mujer joven, probablemente de mi edad. Tiene los cabellos rojizos y unos ojos castaños. La gente pasa a su alrededor como si ella no existiese, y su mirada es triste pero firme. Parece estar bastante delgada.

-¡Tirias!-

Hago caso omiso del grito de mi amigo mientras la miro, y entonces sus ojos castaños se cruzan con los míos.

-¡Tirias vamos!-

Tiran de mi hombro y entonces me giro para seguir echando una mano a los refugiados.”

Miré a Talismán acto seguido, cuando desperté de nuevo de mi recuerdo.

-Tu estabas allí. Junto al árbol.-

Arqueó una ceja con cierto deje de ironía.

-¿Cómo sabes eso?-

-Lo he recordado. ¿Qué ocurrió? Parecías estar sola, y triste.-

-Estaba sola de hecho, pero me las apañé para sobrevivir a aquello trepando al árbol y quedándome allí cuando las criaturas de la plaga aparecieron.-

-Eso es... sorprendente.-

-¿Tu crees?-

-Si. Entonces fue ahí cuando nos vimos por primera vez, realmente te conocí en vida.-

-Tirias, en ese momento ni siquiera te vi. Me sorprende que recuerdes eso porque no sabía siquiera que me habías visto. Tampoco es nada realmente importante.-

-Si tu lo dices.-

Ella asintió y espoleó a Opar para volver a ponerse en marcha.

-Vamos, hay mucho que hacer e información que recabar en la ciudad. Quizá su bullicio te ayude a recordar algo de las veces que estuviste aquí.-


Palmee a mi caballo para que se pusiese en marcha tras Opar. Mientras más cosas averiguaba de Talismán, más misteriosa me parecía. Pero quizá era normal, las hechiceras siempre tendían a ser figuras enigmáticas ¿No?

No hay comentarios:

Publicar un comentario