miércoles, 2 de marzo de 2016

Reflexión: Circo de investidura.

Circo de investidura.



Hoy me levanté temprano, más de lo habitual. Bajé como todas las mañanas a tomar un café para despejarme, vi en la tele que estaban poniendo el debate de investidura. Decidí no darle mayor importancia, terminé mi café y regresé a mi casa para ponerme a leer un poco, un hábito que recomiendo mucho. Sin embargo, al abrir mi Twitter (Es que es la moda, que voy a hacerle) me encontré múltiples noticias de la investidura, no me quedó más remedio que abrir un visor online y ponerme a, digamos, "disfrutarlo".


Con esto vengo a compartir mi indignación y mis propios sentimientos hacia esto. Empecemos un poco por el principio, pues no vengo a contaros que se dijo, vengo a deciros que vi yo. Lo que veo es a un grupo de personas, que cobran probablemente más de lo que yo jamás cobraré, sentadas en un hemiciclo de lo más cómodo. Tienen unas tabletas de última tecnología, una dieta envidiable y hasta una cafetería donde sus desayunos son más baratos que en mi facultad. Pero eso ya lo sabíamos todos, solo quería poner un “Background” (Como dicen los ingleses) a lo que viene a continuación.

¿Qué es lo que he visto? He visto a una serie de personas que aspiran a dirigir mi país reprocharse como niños pequeños lo que hacen unos y lo que hacen otros. El “Tu más” o el “Yo si, tu no”. He escuchado frases irónicas, bromas que parece que a los de unos partidos hacen gracia, y a los de otros no. He visto como cuando se reprochaba a unos, apartaban la cara o miraban para otro lado. Me he percatado de como otros sonreían con condescendencia o soberbia, como si el mensaje no fuese para ellos. Parecía un juego, porque quizá es eso para ellos, un juego de pactos y de palabras bonitas de forma pero vacías de contenido.

Aludiendo a las bromas que se han hecho ¿Sabéis cuál es la broma que menos gracia me hace a mi? La broma de tener un país bloqueado y miles de personas en el que no tienen hogar o están apunto de perderlo, que se encuentran en serio riesgo de pobreza. Pero ¿Sabéis? En realidad no me hace gracia en absoluto, porque esa gente son españoles y porque, aunque no es el caso, a lo mejor podría ser yo. O podrías ser tu que me esta leyendo. O tu vecino, tu amigo, tu hermano. Vuelan las palabras en el hemiciclo del congreso y no cambian absolutamente nada, porque nadie está aquí para cambiar algo, solo están pasándoselo bomba a ver quien gobierna y quien no. Se les llenan las bocas con las palabras de pacto, con las palabras de igualdad, las palabras de empleo, precariedad, futuro, crisis, economía, banco, euro, dinero y un largo etcétera. Bocas llenas de palabras sin contenido.

Dicen algunos que una serie de reformas para ayudar a la ciudadanía son un chiste, porque no hay dinero. Bueno, caballeros, seguro que si consiguiésemos recuperar los millones perdidos en corrupción política podríamos conseguir llegar a algo, tener algo con lo que sustentar el futuro. Es frustrante escucharles hablar de corrupción y que pretendan no saber nada de lo que ha ocurrido en sus partidos, igual de frustrante que ver todo un parlamento compuesto de gente que supuestamente nos representa pero que aunque estuvieran de acuerdo en todo, no lo admitirían con tal de pelear y discutir, porque ese es su juego. Su juego es seccionar y fragmentar un País que ya lo está bastante, porque lo más inteligente es hacer que los españoles se miren unos a otros con tirria que dejar que seamos capaces de estar unidos para acabar con los cánceres que hay en nuestra administración.

Veo este debate en el contexto de todo lo que se (Que, desde luego, nunca es suficiente para analizar una situación). Se que hay empresas públicas malfuncionantes, que hacen un trabajo mediocre y les quitan el trabajo a las empresas privadas de ese sector que invierten en trabajos de calidad, pero no pueden competir con las otras dado que no reciben el apoyo y la financiación estatal. Porque no se equivoquen, la corrupción se traduce en el ámbito privado y en el público. Es así como vemos en ciertas capitales importantes, como gobiernos de hace unos años vendieron los derechos de educación de zonas enteras a empresas privadas que montan sus colegios, en vez de invertir en mejorar aun más la educación pública. Vemos como en un proyecto que sale a concurso, se le entrega a la empresa pública que probablemente esté dirigida por el cuñado de concejal de turno, que hará un trabajo mediocre y que se embolsará para su bolsillo la mitad del presupuesto. Y mientras eso ocurre, se pierden miles de puestos de trabajo en el sector privado y se impide la contratación de empleados formados y con ganas de traer aire fresco y nuevo en el sector público.

Esto es solo un ejemplo, como podría poner el de los desahuciados, de lo que no se soluciona en un hemiciclo. Hay muchas razones para teorizar el por qué ¿Saben cuál es una de ellas) Que ser político es un chollo, no un sacrificio para la ciudadanía. Imagínense, por un momento, que el político no cobrase, que cuando acabase su trabajo tuviera que pasar 28 años sin poder entrar de consejero delegado en una empresa. Simplemente imagínense que ser político fuese un sacrificio por el bien de tu gente, de tu país, una entrega voluntaria a mejorar el sistema y las condiciones de vida de la gente. ¿Cuántos creen que de los políticos actuales, por ejemplo, seguiría siéndolo? Les dejo juzgarlo a ustedes, que seguro que se sorprenderán. O no. Depende de lo que esperen.

Tras este inciso, quiero regresar a lo anterior. Cuando hablo de que se pierden puestos de trabajo, conviene que amplíe que el estado español debe millones a empresas que han trabajado para el. Millones que, por supuesto, hace ya meses que esas empresas saben que no van a cobrar. Y eso se traduce, de nuevo, en gente en la calle. Gente que, disculpadme, no son “gente” ni son “números”, como lo son para el discurso político del hemiciclo. Son personas, son mujeres o maridos, con hijos a los que esperan darles una educación universitaria (Cada día, por cierto, más cara). Son personas con proyectos de futuro que, un mal funcionamiento del país y un puñado de corruptos en su administración hacen que se trunquen de forma fatal. Esto puede sonar quizá, no sé, demagógico o puede ser para algunos muy obvio, pero es que es una gran verdad. Es que son personas, es que son vidas humanas. Y es que nadie de los que está ahí arriba da nada por ellos.

Y mientras tanto, yo, aquí sentado, tengo que seguir viendo como esa gente del hemiciclo sonríe con ironía, se burlan unos de otros, juegan a los pactos a escondidas y a los reproches. Y mientras lo veo, tengo que seguir sabiendo que hoy en España muchas empresas que daban trabajo y futuro viven estranguladas y buscando irse, que mucha gente no logra encontrar un trabajo por más que se esfuerza, que cada vez hay menos becas para fomentar la formación, que mucha gente vive sin hogar y sin dinero para comer adecuadamente, que cientos si no miles de políticos se han enriquecido a nuestra costa y no verán justicia ni cárcel. Solo veo que se desmoronan nuestros valores, que las políticas las marca el IBEX-35 y los bancos, aparte de Alemania, no la gente, nunca la gente.

Decían los grandes estadistas de antes que, lo que un gobierno de una nación debe hacer, es asegurar que sus ciudadanos tienen todas las necesidades básicas cubiertas y pueden prosperar. Que los gobiernos, incluso de ideologías dispares, deben encontrar a los mejores de entre sus filas para tratar de cohesionar pensamientos en pos de algo mejor para todos. Pero no os hablo de un gobierno de “collage” como el que vemos en las noticias de política, yo hablo de verdaderos estadistas con conocimiento de economía y de las condiciones de vida de sus ciudadanos. Gente que lo entienda tan bien, que de verdad pueda buscar una cohesión entre pensamientos que nos lleve a algo mejor. Pero desde luego no hablo de los payasos que nos hacen reír en ese circo tan mal administrado que se llama parlamento, porque, permitanme la licencia de decirlo, dudo que la mayoría de los que están allí hayan tenido alguna vez un problema para llegar a fin de mes, hayan visto su empresa apunto de quebrar o peligrar, hayan tenido que despedir empleados sufriendolo porque era la única opción o tuviesen que enfrentarse a meses en el paro. No, señores, esa gente no sabe lo que es una persona de a pie, un ciudadano español. Ellos no saben lo que es la vida y el día a día de nosotros, ni lo van a saber nunca ya. Aunque, como nos haría sonreír a todos, que alguien lograse hacerles pasar por eso.

Para finalizar, y espero que de nuevo me permitáis tomarme un poco de licencia, quiero recordar una idea que Kant, el filosofo Alemán, daba en su día. El hablaba en sus escritos sobre moral que la humanidad, las personas, deben ser el fin siempre de cualquier moral y nunca un medio para obtener un fin. Bien, pues creo que si Immanuel Kant viese España ahora sentiría lástima. ¿Por qué? Porque los habitantes de este país, todos nosotros, somos un medio para una clase política para llegar al poder. Pero ya no somos el fin de esa clase política, ya no valemos como personas. Somos dinero.


Gracias por leerme.  

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