Circo de investidura.
Hoy me levanté temprano, más de lo
habitual. Bajé como todas las mañanas a tomar un café para
despejarme, vi en la tele que estaban poniendo el debate de
investidura. Decidí no darle mayor importancia, terminé mi café y
regresé a mi casa para ponerme a leer un poco, un hábito que
recomiendo mucho. Sin embargo, al abrir mi Twitter (Es que es la
moda, que voy a hacerle) me encontré múltiples noticias de la
investidura, no me quedó más remedio que abrir un visor online y
ponerme a, digamos, "disfrutarlo".
Con esto vengo a compartir mi
indignación y mis propios sentimientos hacia esto. Empecemos un poco
por el principio, pues no vengo a contaros que se dijo, vengo a
deciros que vi yo. Lo que veo es a un grupo de personas, que cobran
probablemente más de lo que yo jamás cobraré, sentadas en un
hemiciclo de lo más cómodo. Tienen unas tabletas de última
tecnología, una dieta envidiable y hasta una cafetería donde sus
desayunos son más baratos que en mi facultad. Pero eso ya lo
sabíamos todos, solo quería poner un “Background” (Como
dicen los ingleses) a lo que viene a continuación.
¿Qué es lo que he visto? He visto a
una serie de personas que aspiran a dirigir mi país reprocharse como
niños pequeños lo que hacen unos y lo que hacen otros. El “Tu
más” o el “Yo si, tu no”. He
escuchado frases irónicas, bromas que parece que a los de unos
partidos hacen gracia, y a los de otros no. He visto como cuando se
reprochaba a unos, apartaban la cara o miraban para otro lado. Me he
percatado de como otros sonreían con condescendencia o soberbia,
como si el mensaje no fuese para ellos. Parecía un juego, porque
quizá es eso para ellos, un juego de pactos y de palabras bonitas de
forma pero vacías de contenido.
Aludiendo a las
bromas que se han hecho ¿Sabéis cuál es la broma que menos gracia
me hace a mi? La broma de tener un país bloqueado y miles de
personas en el que no tienen hogar o están apunto de perderlo, que
se encuentran en serio riesgo de pobreza. Pero ¿Sabéis? En realidad
no me hace gracia en absoluto, porque esa gente son españoles y
porque, aunque no es el caso, a lo mejor podría ser yo. O podrías
ser tu que me esta leyendo. O tu vecino, tu amigo, tu hermano. Vuelan
las palabras en el hemiciclo del congreso y no cambian absolutamente
nada, porque nadie está aquí para cambiar algo, solo están
pasándoselo bomba a ver quien gobierna y quien no. Se les llenan las
bocas con las palabras de pacto, con las palabras de igualdad, las
palabras de empleo, precariedad, futuro, crisis, economía, banco,
euro, dinero y un largo etcétera. Bocas llenas de palabras sin
contenido.
Dicen algunos que
una serie de reformas para ayudar a la ciudadanía son un chiste,
porque no hay dinero. Bueno, caballeros, seguro que si consiguiésemos
recuperar los millones perdidos en corrupción política podríamos
conseguir llegar a algo, tener algo con lo que sustentar el futuro.
Es frustrante escucharles hablar de corrupción y que pretendan no
saber nada de lo que ha ocurrido en sus partidos, igual de frustrante
que ver todo un parlamento compuesto de gente que supuestamente nos
representa pero que aunque estuvieran de acuerdo en todo, no lo
admitirían con tal de pelear y discutir, porque ese es su juego. Su
juego es seccionar y fragmentar un País que ya lo está bastante,
porque lo más inteligente es hacer que los españoles se miren unos
a otros con tirria que dejar que seamos capaces de estar unidos para
acabar con los cánceres que hay en nuestra administración.
Veo
este debate en el contexto de todo lo que se (Que, desde luego, nunca
es suficiente para analizar una situación). Se que hay empresas
públicas malfuncionantes, que hacen un trabajo mediocre y les quitan
el trabajo a las empresas privadas de ese sector que invierten en
trabajos de calidad, pero no pueden competir con las otras dado que
no reciben el apoyo y la financiación estatal. Porque no se
equivoquen, la corrupción se traduce en el ámbito privado y en el
público. Es así como vemos en ciertas capitales importantes, como
gobiernos de hace unos años vendieron los derechos de educación de
zonas enteras a empresas privadas que montan sus colegios, en vez de
invertir en mejorar aun más la educación pública. Vemos como en un
proyecto que sale a concurso, se le entrega a la empresa pública que
probablemente esté dirigida por el cuñado de concejal de turno, que
hará un trabajo mediocre y que se embolsará para su bolsillo la
mitad del presupuesto. Y mientras eso ocurre, se pierden miles de
puestos de trabajo en el sector privado y se impide la contratación
de empleados formados y con ganas de traer aire fresco y nuevo en el
sector público.
Esto es solo un
ejemplo, como podría poner el de los desahuciados, de lo que no se
soluciona en un hemiciclo. Hay muchas razones para teorizar el por
qué ¿Saben cuál es una de ellas) Que ser político es un chollo,
no un sacrificio para la ciudadanía. Imagínense, por un momento,
que el político no cobrase, que cuando acabase su trabajo tuviera
que pasar 28 años sin poder entrar de consejero delegado en una
empresa. Simplemente imagínense que ser político fuese un
sacrificio por el bien de tu gente, de tu país, una entrega
voluntaria a mejorar el sistema y las condiciones de vida de la
gente. ¿Cuántos creen que de los políticos actuales, por ejemplo,
seguiría siéndolo? Les dejo juzgarlo a ustedes, que seguro que se
sorprenderán. O no. Depende de lo que esperen.
Tras este inciso,
quiero regresar a lo anterior. Cuando hablo de que se pierden puestos
de trabajo, conviene que amplíe que el estado español debe millones
a empresas que han trabajado para el. Millones que, por supuesto,
hace ya meses que esas empresas saben que no van a cobrar. Y eso se
traduce, de nuevo, en gente en la calle. Gente que, disculpadme, no
son “gente” ni son “números”, como lo son para el discurso
político del hemiciclo. Son personas, son mujeres o maridos, con
hijos a los que esperan darles una educación universitaria (Cada
día, por cierto, más cara). Son personas con proyectos de futuro
que, un mal funcionamiento del país y un puñado de corruptos en su
administración hacen que se trunquen de forma fatal. Esto puede
sonar quizá, no sé, demagógico o puede ser para algunos muy obvio,
pero es que es una gran verdad. Es que son personas, es que son vidas
humanas. Y es que nadie de los que está ahí arriba da nada por
ellos.
Y mientras tanto,
yo, aquí sentado, tengo que seguir viendo como esa gente del
hemiciclo sonríe con ironía, se burlan unos de otros, juegan a los
pactos a escondidas y a los reproches. Y mientras lo veo, tengo que
seguir sabiendo que hoy en España muchas empresas que daban trabajo
y futuro viven estranguladas y buscando irse, que mucha gente no
logra encontrar un trabajo por más que se esfuerza, que cada vez hay
menos becas para fomentar la formación, que mucha gente vive sin
hogar y sin dinero para comer adecuadamente, que cientos si no miles
de políticos se han enriquecido a nuestra costa y no verán justicia
ni cárcel. Solo veo que se desmoronan nuestros valores, que las
políticas las marca el IBEX-35 y los bancos, aparte de Alemania, no
la gente, nunca la gente.
Decían los grandes estadistas de antes
que, lo que un gobierno de una nación debe hacer, es asegurar que
sus ciudadanos tienen todas las necesidades básicas cubiertas y
pueden prosperar. Que los gobiernos, incluso de ideologías dispares,
deben encontrar a los mejores de entre sus filas para tratar de
cohesionar pensamientos en pos de algo mejor para todos. Pero no os
hablo de un gobierno de “collage” como el que vemos en las
noticias de política, yo hablo de verdaderos estadistas con
conocimiento de economía y de las condiciones de vida de sus
ciudadanos. Gente que lo entienda tan bien, que de verdad pueda
buscar una cohesión entre pensamientos que nos lleve a algo mejor.
Pero desde luego no hablo de los payasos que nos hacen reír en ese
circo tan mal administrado que se llama parlamento, porque,
permitanme la licencia de decirlo, dudo que la mayoría de los que
están allí hayan tenido alguna vez un problema para llegar a fin de
mes, hayan visto su empresa apunto de quebrar o peligrar, hayan
tenido que despedir empleados sufriendolo porque era la única opción
o tuviesen que enfrentarse a meses en el paro. No, señores, esa
gente no sabe lo que es una persona de a pie, un ciudadano español.
Ellos no saben lo que es la vida y el día a día de nosotros, ni lo
van a saber nunca ya. Aunque, como nos haría sonreír a todos, que
alguien lograse hacerles pasar por eso.
Para finalizar, y espero que de nuevo
me permitáis tomarme un poco de licencia, quiero recordar una idea
que Kant, el filosofo Alemán, daba en su día. El hablaba en sus
escritos sobre moral que la humanidad, las personas, deben ser el fin
siempre de cualquier moral y nunca un medio para obtener un fin.
Bien, pues creo que si Immanuel Kant viese España ahora sentiría
lástima. ¿Por qué? Porque los habitantes de este país, todos
nosotros, somos un medio para una clase política para llegar al
poder. Pero ya no somos el fin de esa clase política, ya no valemos
como personas. Somos dinero.
Gracias por leerme.
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